viernes, 19 de junio de 2009

8va. Etapa

La etapa reina, Villafranca - Barbadelo

Temerosos de afrontar lo que se considera el obstáculo más duro del Camino de Santiago, el famoso Cebreiro, dejamos Villafranca por un valle muy cerrado, a través del cual corre el río Valcarcel, cuyo nombre fue aporte de peregrinos impresionados del hecho de haber dejado atrás interminables llanuras para adentrarse en esta “cárcel” del valle mencionado.

En la charla preparatoria durante la cena del día anterior, Tomás fue muy claro: el Cebreiro es extremadamente duro. Su cima aparece en el km 30 desde Villafranca en los mapas, pero el problema de los casi 1.000 mts. que se deben ganar para alcanzarla, radica en que los primeros 20 km son prácticamente planos. La única novedad en este habitualmente fácil tramo, es que la autopista cercana estaba cerrada, por lo que todo el tráfico venía junto a nosotros. Personalmente no tuve mayor inconveniente pues los españoles son muy respetuosos de las bicis, pero si estuvo algo tenso.

La subida se puede afrontar de varias maneras, todas correspondientes al Camino. Existe la más común que es una pequeña y estrecha carretera pavimentada pero algo más larga, con pendientes fuertes en las que toca empujar la bici. El grupo mayoritario optó por ésta (Nico, Paty, Pedro y Pepe, acompañados de Tomás).

Roberto y yo optamos por lo más difícil, el sendero original del Camino. Lo que nunca nos imaginamos es que a escasos 200 mts del desvío tendríamos que desmontar de la bici, habiendo ya sido ampliamente ortigados por estas plantitas, para empujar los siguientes 2 km, hasta el pequeño caserío de Faba. Ahí nos encontró Rubén, quien dejó estacionada la furgoneta en la cima y bajó en su bici hasta este punto. Roberto venía de varios días con molestias lumbares, que si no eran cuidadas podrían entorpecer su llegada a Santiago, por lo que optó por tomar un desvío hasta la carretera. (el “menú infantil”, según Tomás). Decisión sensata. Rubén y yo continuamos por el sendero, que ya se volvía más cicleable, hasta la cima.

Debe habernos tomado largo, pero como he dicho, uno pierde un poco la noción de tiempo.Llegamos arriba y se sentía como haber coronado el Everest. Pepe ya nos esperaba, habiendo subido por el camino a ritmo infernal, propio de él que pese a sus casi 60 años, tiene físico de 20.

Mientras llegaba el resto preparamos allí el avituallamiento y nos dedicamos a contemplar el espectacular paisaje. Poco a poco, unos sobre la bici, otros caminando, llegaron todos. A los últimos siempre se les recibe con el consabido “si va a pasear la bici, mejor cómprese un perrito”.

El problema del Cebreiro es que no viene solo. Cuando uno cree haberlo conquistado, todavía quedan 2 picos, el de San Roque y el Poyo. Éste último es especialmente duro, pues a uno ya no le quedan reservas. Por lo tanto y pese al doble trabajo, le pedimos a Rubén mover el avituallamiento al Poyo, pues no queríamos afrontar estos esfuerzos con estómago lleno.

Total llegamos todos allí, unos por sendero (creo que solo yo), y otros por “menú infantil”. Comidos y bebidos, descansamos un rato y emprendimos camino, pues nos esperaba un descenso verdaderamente épico.

Si el downhill desde la Cruz de Ferro fue único, este tal vez lo supera. No tanto por técnico, sino más bien por rápido. Se pueden desarrollar velocidades impresionantes. Lo hicimos todos esta vez, pues además provee de las vistas más increíbles. Llegamos a Samos, muy cansados, pero no tanto como para perdernos el tour que empezaba ese rato del famoso monasterio benedictino del lugar. Muy interesante y majestuoso.

Luego una serie de subibajas (que aquí les llaman “rompepiernas”, no sin razón) hasta Sarria. De aquí una interminable y empinada subida de 9 km hasta Barbadelo, mayoritariamente por carretera. Par de km más y llegados al hostal más increíble que puedan imaginarse. Es la hacienda de doña Esperanza, quien atiende y cocina esta viejísima casa, utilizando mayoritariamente sus propios ingredientes cultivados in-situ. Caldo gallego que promovió discusión de cómo meterlo en el Camelback, chuletas de ternera deliciosas y finalmente la famosa cuajada hecha por Susy, hija de doña Esperanza, potaje que ha cobrado fama entre peregrinos. Muy amena y divertida charla y todos a dormir temprano para pasar los dolores que nos dejó el Cebreiro.

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