viernes, 19 de junio de 2009

9na. Etapa

Barbadelo – Melide

Después de la barbaridad del Cebreiro, todos estábamos listos para una etapa suave de “apenas” 55 km.

Salimos de Barbadelo más tarde que lo habitual y enfilamos por el sendero del Camino, con subibajas muy agradables y la sombra de árboles todo el tiempo. Las vistas inolvidables y los pequeños caseríos marcaron la ruta, además de la eficiente y clara señalización del Camino en Galicia. Pronto llegamos al importante hito que marca los 100 km faltantes. Risas, fotos, más risas con los demás peregrinos presentes, alguno de los cuales habían llevado hasta champagne para la ocasión.

El sendero estaba difícil por las constantes subidas, considerando que tenemos más de 600 km en nuestras piernas. Zonas muy técnicas también, pero agradables porque siempre ofrecían vía de escape. Especialmente interesantes las subidas, como una por donde bajaba un riachuelo, todas cicleables. Un par de caídas sin consecuencias. Llegamos todos a Portomarín, a orillas de la represa formada por el río Miño. Esto obligó a trasladar la iglesia, piedra por piedra, razón por la cual cada una de ellas tiene un número estampado. El lugar también es la sede de la planta de Ancano, productor de la tarta gallega de almendras, delicia que aprovechamos en probar sentados frente a la iglesia.

El resto del día fue muy duro. Al final ganamos casi 1000 mts de distancia vertical en un día que pretendíamos “descansar”. Todas estas cosas le recuerdan a uno que no está en un paquete turístico de agencia organizada, sino en un peregrinaje.

En un punto determinado Pepe y Roberto optaron por adelantarse por la carretera. El resto seguimos por el sendero técnico con Tomás, y luego de una agradable y helada cerveza en Palas do Rey continuamos los 15 km restantes hasta Melide. La decisión nos premió con otras increíbles vistas gallegas.

Arribamos bastante más tarde que los 2 adelantados, a quienes encontramos ya bañados y perfumados disfrutando de una cerveza en el bar del hotel. En este día no había avituallamiento intermedio, por lo que nos esperaban unas espectaculares empanadas gallegas y vino del lugar en el hotel.

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